En un año cinematográfico plagado
de decepciones, en lo que a la animación se refiere, “Frozen” supone el
recoveco necesario para incidir en el pensamiento
de que éste es un género que de veras merece la pena. Con una historia común,
de todos sabida, con unos personajes manidos e incluso estereotipados en
algunos casos puntuales y con un desarrollo del metraje del todo previsible, se
emprende un camino que sin embargo, sorprende y atrapa desde el principio
haciendo partícipe al espectador de la aventura del reino helado de Arendelle y
especialmente de las hermanas Elsa y Anna. Una historia musical que impulsa a
Disney a la primera fila después de muchos años.
Durante los últimos 25 años si
hay una compañía en el mundo que haya monopolizado el mercado de la animación
cinematográfica esa es Pixar, sin lugar a dudas. Sus proyectos consolidaron una
industria y una forma de hacer las películas en donde ya no importaban o las
formas o el contenido, sino ambas. Historias del mundo real relatadas a través
de personajes dispares, marionetas de sueños que eran mucho más humanas de lo
que habían sido hasta entonces. Por ello Pixar encontró un calado en el público
que la otra gran compañía, Disney Pictures, había perdido hacía mucho tiempo. La
animación de décadas atrás, con productos como “Tarzán” o “Pocahontas” dejó
paso a una generación perdida y auspiciada por los éxitos de su máximo rival en
el mercado.
“Toy Story”, el producto estrella
de la Pixar, se convirtió en el punto de inflexión de la animación, una referencia
para la Disney. No obstante, con desearlo no basta. Eso debieron pensar los
ejecutivos de la compañía, quienes tras dejar de lado los dibujos en detrimento
de franquicias que se corrompen cada vez más, como “Pirates of the Caribbean”,
decidieron hacer suya la máxima: “Si no puedes con el enemigo, mejor únete a él”. En
este caso, el “únete” significó la absorción empresarial. A pesar de que se
garantizó la independencia de ambos estudios en la elaboración de los
diferentes proyectos, Disney tenía claro que el espejo de Pixar era la mueca
perfecta para volver a sus orígenes, aquéllos que habían quedado sepultados por
completo. De esta forma llegó el resurgir de la productora de la mano de
“Enredados” en 2010, curiosamente una de las pocas veces en que el protagonista
de la cinta era una mujer. Al fin y al cabo y afortunadamente, la renovación
era en todos los sentidos. Ya era hora de romper los viejos moldes.
Ahora, le llega el turno a
“Frozen”, una película que no tiene el soporte de trabajo técnico y texturizado
tan profundo como las de Pixar, algo que se aprecia en la elaboración de los
animales (como en el reno Sven o los caballos en su forma de galopar) o la
flexibilidad exagerada de los personajes del filme, pero que recupera a la
mujer como eje central y le dota a la historia de un componente sentimental más
propio de las películas de Pixar, véase “Up”. Un acierto de pleno. Aunque el
verdadero éxito de “Frozen” es su naturaleza musical. Letras y musicalidad
pegadizas como pasajeras que invitan a los espectadores a subirse a bordo. Ni
falta hace decir que el billete lo acabas comprando a las primeras de cambio.
Probablemente desde “La Bella y la Bestia” Disney no había hecho un producto
musical tan sublime.
La historia relata las andanzas
de dos hermanas en el reino de Arendelle. La mayor, Elsa, una maga, quien en
realidad posee poderes invernales, que no ha aprendido a contener su magia y se
ve obligada a vivir escondida de la sociedad para no causar daño a nadie. La
pequeña, Anna, de lo mejor de la película, con un espíritu juvenil y afable que
intenta cada día recuperar el tiempo perdido con su hermana. No obstante, el
día de la coronación de Elsa, afloran sus mágicos poderes y desencadena sin
pretenderlo una maldición que sume a todo el reino en un invierno permanente.
Anna, con la ayuda del rudo Christoff y su reno Sven deberán buscar a Elsa en
la montaña helada y convencerla para que les ayude a deshacer la maldición. Por
el camino, no existirán reparos en cambiar el guion, e incluso dar forma a un
villano que en principio no lo parecía tanto. No desvelamos más.
Es cierto que durante la primera
media hora, la película se hace agradable por la ternura del comienzo y el
desarrollo eficaz de la trama después, sin embargo, la actualidad de la
animación pasa por algún personaje cómico, del todo estereotipado que haga reír
a los más jóvenes. No podía faltar aquí también. El muñeco de nieve Olaff, hará
las delicias de los pequeños e incluso sacará alguna sonrisa a los mayores,
pero acabará cansando con sus ganas de causar sorna. Un fallo lo tiene un
guardia, como se suele decir.
Cabe recordar que estas películas
es especialmente recomendable verlas en su versión original, una forma más
certera de graduar la calidad del doblaje y acercarnos a la credibilidad de los
personajes. La estrella musical, Idina Menzel, está sencillamente espectacular
interpretando la voz de Elsa. El momento de la canción ganadora del Oscar, “Let
it go”, es lo mejor del filme. Por su parte, Kristen Bell dota de una simpatía encantadora
a la joven Anna.
Por todas estas razones, “Frozen”
es una cinta que está destinada a acercar ternura y entretenimiento a partes
iguales, tanto a pequeños como a mayores. Las cifras la respaldan entre las 15
más taquilleras de la historia, señal de que Disney no tardará en hacer la
secuela. Esperemos que tengan la paciencia que no tuvieron con otras
franquicias.
Lo que es innegable es que ya ha
pasado a ingresar la gruesa nómina de los clásicos de Disney y eso, son
palabras mayores.
• Desarrollo argumental: 89
• Guión: 85
• Interpretación: 99
• OST: 100
• Efectos especiales: 100