1/03/2014

Una película infantil para adultos. Una película de adultos para niños.

La obra maestra de la factoría Pixar. Una mezcla de atrevimiento visual y acción a raudales entrelazada con un enorme potencial para sorprender al espectador, quien se dejará llevar por los tiernos juguetes de “Toy Story 3” convirtiendo la experiencia ante la pantalla en un tesoro conmovedor e inolvidable. Altamente recomendable para todas las edades.

Con un arranque que muchas películas de acción de primer nivel querrían para sí mismas, los juguetes de Toy Story comandados por el bueno de Woody, emprenden una nueva aventura audiovisual que lejos de cansar al público tras dos entregas, incrementa la sonrisa por minuto y revela una sensación placentera que casa en todo momento con el metraje. 

Andy, el propietario de los juguetes, se ha hecho mayor y ha llegado el momento que jamás imaginó: renunciar definitivamente a los juguetes que hicieron de su infancia un feliz recuerdo. Por azares mágicos de guion pero nada cercanos a la mera improvisación, los juguetes acabarán de pleno en una guardería de donde tendrán que escapar para regresar al hogar, donde esperan que Andy les suba al desván para que el día de mañana sus hijos puedan disfrutar de ellos. En la guardería se encontrarán con Lotso, un oso amoroso que regenta el lugar y que decide engañarles para que sean los niños más mayores y caóticos los que jueguen con sus nuevos invitados. Una historia que devorará los minutos a velocidades impasibles. 



A pesar de tratarse de una película de animación, la estructura jerárquica de la diversión abarca diferentes ámbitos, señal de las expectativas que la cinta persigue alcanzar y que consigue de forma absoluta en todos sus intentos. De por medio, una doble historia de amor protagonizada por Buzz y la vaquera Jesse y una versión afeminada de Ken con Barbie (el pase de modelos de Ken es absolutamente imperdible); la rebelión y fuga de la guardería e incluso el retorno al hogar, no sin pasar por momentos de tensión que harán estremecer en las butacas a cualquier invitado a la función.

Con un final conmovedor “Toy Story 3” firma el mejor desenlace de entre las películas de animación filmadas hasta la fecha. Andy comprende que sus juguetes deben pasar a un dueño que juegue con ellos. Una escena que pone los bellos de punta y que más allá del paso en firme hacia una etapa venidera significa el abandono de otra, la más feliz en la vida de toda persona, su infancia.

Resulta curioso que unos muñecos de plástico sean capaces de despertar emociones tan sinceras e impactantes, exaltar el valor de la amistad, ejemplificar el amor más divertido y desvelar esa imagen de vacío una vez que se ha visto la cinta, claro indicio de que no ha pasado desapercibida y de que pervivirá en el recuerdo para siempre. Simple y sensacionalmente mágica.