1/06/2014

Un final mágico a la altura de la saga

Harry Potter and the Deathly Hallows part 2” es la culminación perfecta a una saga capaz de marcar a toda una generación. Con planos sensacionales y una tensión intacta e inquebrantable hasta la confrontación final, se rearma el espíritu mágico que radica en todas las entregas anteriores dejando una huella que será imborrable. Nada se sale de lo normal en la narración y el aburrimiento sale despavorido gracias al ritmo acelerado de los acontecimientos que su predecesora no supo imponer. Tal vez todo lo dejaron para el final.

En la carrera por cumplir la profecía que siempre ha predestinado a Harry y Lord Voldemort, uno debe destruir todos los Horrocruxes antes del enfrentamiento inevitable, mientras que el otro, se encuentra cada vez más cerca de apoderarse de Hogwarts y lograr su propósito: matar a Harry Potter. De nuevo, el valor de la amistad de Ron y Hermione resultará imprescindible para combatir a las fuerzas oscuras. Un dragón, Gringotts desde dentro, Aberforth Dumbledore (hermano de Albus) y un etcétera inmenso hacen que el filme resulte una propuesta de lo más entretenida que hará las delicias de los amantes de la magia y la acción, sean seguidores de la saga o no.



Al dividir el final en dos mitades resultaba inevitable la doble frontera que se abría ante, la que es, la saga más rentable de la historia del cine: ¿acierto o fracaso? La primera de las dos partes conclusivas que ponían el broche a toda una década y con ella una generación de sueños y libertades imaginativas a golpe de varita, se convirtió pronto en un alarde atmosférico y fácilmente prescindible que no llevaba a ninguna parte por sus pretensiones equivocadas. A partir de ese momento, era fácil pensar que con poco mejorarían en la siguiente y ya sí, última entrega, aunque permanecía latente el miedo a no dejar a la saga en el lugar que le correspondía con un final por debajo de su altura.

No obstante esta última entrega es fascinante. Un relato narrado de principio a fin sin recrearse, abordando todos los detalles a un ritmo acelerado y acompasado, dándole al diálogo el peso que merece y comprometiéndose con el espectador a ir de la mano hacia un final inmejorable. Cargas de tristeza, pérdidas, pasión, aventura, todo ello durante 130 minutos. Sin brechas.

En las críticas anteriores de la saga hemos aludido al acierto de apostar por un mismo director para las últimas entregas, en este caso, no solo apostar, sino confiar y no sustituir su función por otro que cambiara el paso de unos acontecimientos que tornaron en la quinta película de la saga para mejorarla y convertirla de una película para niños en una para todos los públicos, acorde con los libros de J. K. Rowling. David Yates firma escenas conmovedoras como las que involucran al personaje de Snape, así como impactantes, con Voldemort como amenaza permanente, incluso espectaculares, como la fuga de Gringotts a lomos de un dragón. Una cinta altamente recomendable que mide los tiempos a la perfección y que se congratula de emplear uno de los recursos más importantes en la elaboración fílmica: la banda sonora. Perfecta en sus acordes desde la cabecera de inicio al enfrentamiento final entre los dos magos. Notas que dotan de personalidad a la película y que se convierten en sello de la misma.

Muchos dirán que la confrontación mágica entre Potter y Voldemort no es muy prometedora, incluso se dirá que no dura lo suficiente. Ante tal gratuita crítica solo un apunte: en la brevedad también puede existir el éxito. Una brevedad que en el libro está presente, si no, que observen si la escena ocupa más de media cara de una hoja. Totalmente a la altura.



Desde sus notas musicales hasta las escenas entre el callejón Diagón o en el andén 9 y ¾ de King´s Cross, pasando por la Cámara de los Secretos, afrontando momentos dolorosos como la muerte de Albus Dumbledore o peligrosos como la persecución y destrucción de los Horrocruxes; Harry Potter deja tras sí un legado difícil de olvidar, a la altura de las mejores sagas cinematográficas de la historia. Es el final lo que la convierte en una huella imborrable y un recuerdo que la hará pervivir.

Si bien la varita siempre elige al mago, en palabras de Ollivander, cuando se trate de magia en el cine, el espectador lo ha de tener claro: siempre elegirá a Harry Potter.