La delgada línea que rebasa lo
terrorífico y lo diferencia del horror en el ámbito del cine, ha sufrido varios
estragos en la última década. En los tiempos que corren, las grandes
productoras se rifan los productos de bajo coste que apelen a la condición humana,
dejando atrás la catalogación del cine de terror vislumbrado entre asesinos en
serie o sangre salpicando por todas partes, en lugar de la etiqueta de
“thriller psicológico”. Cintas de presupuesto minoritario, en algunas ocasiones
puntuales un reparto desconocido y una ambientación que lo posee absolutamente
todo. Resultado: taquilla de rodillas y alabanzas por una vuelta de tuerca al
género más clásico. “Insidious”, “Paranormal Activity”, “Sinister”, son sólo
unos pocos ejemplos de la tendencia que este tipo de cine empieza a implementar
en las salas. Ahora, “Oculus” es la última muestra de que con poco se puede
llegar a hacer mucho. A pesar de un entorno previsible y reiterado en su planteamiento
que recurre a “los viajes astrales” para narrar una dualidad temporal que puede
despistar al espectador, la trama acaba por comerse el argumento y hace
partícipe de la situación al objetivo de toda apelación en le filme. La propia
psicología humana.
La cinta narra la historia de una
familia que tras mudarse a su nueva casa empieza a experimentar sucesos
paranormales causados por un extraño espejo de hace siglos que es considerado
el detonante de las muertes de todos aquellos que lo han poseído en algún
momento de la historia. Después del asesinato del padre de familia a manos del
hijo, éste y su hermana juran destruir aquello que ha causado la muerte de sus
padres. Años más tarde, a pesar de que la hermana lo tiene todo
escrupulosamente planeado ambos deberán enfrentar una realidad desconocida que
se escapa a todo control y que de nuevo pone en riesgo sus vidas.
Desde el apartado de dirección
cabe destacar que Mike Flanagan consigue llevar al espectador de la mano por el
sendero del thriller sin problemas, aunque haya instantes en que la confusión
juegue un papel demasiado protagonista y acapare demasiado la atención. En el
2006, Flanagan, conocedor del género por películas como: “Absentia” o la
próxima “Somnia”, ya hubo elaborado el guión de un corto llamado: "Oculus:
Chapter 3 - The Man with the Plan”, una historia con mensajes y planteamiento
muy similar a la que tenemos ante nosotros. En algunos momentos del filme
incluso los diálogos empleados por los actores son iguales a los del
cortometraje de 2006. Sin duda se trata de un proyecto que venía años masticándose
y el resultado es producto de un gran trabajo durante ese tiempo.
Es cierto que
en el plano interpretativo, ni Karen Gillan (la sorprendente Nébula de los
Guardianes más famosos de la Galaxia Marveliana) ni Brenton Thwaites, consiguen
en ningún momento demostrar ciertas dotes de sostenibilidad del suspense en sus
gestos o miradas, aunque todo sea dicho de paso, al menos Gillan hace el
intento, lo de Thwaites mejor ni nombrarlo. En ese planteamiento temporal
narrativo entre el pasado, cuando ambos eran niños y el presente, cuando
vuelven a intentar deshacerse del espejo, sin duda, los niños centran una
interpretación mucho más brillante que la de sus réplicas adultas. Por el
camino debieron perder la afluencia a la escuela de interpretación. De otra manera
no se entiende. Aunque lo peor de la interpretación en esta película y que
juega un papel del todo negativo por ende para la cinta, es la imposibilidad de
que el espectador en algún momento de sus 105 minutos se crea la más mínima
opción de que los protagonistas acaben con el dichoso espejo, fundamentalmente
porque el grado de manipulación espacial, mental y temporal que ejerce sobre
ellos implica llegar muy pronto a una conclusión: aquí no habrá final feliz y
si lo hay será una decepción.
Ciertamente no diremos nada acerca del desenlace,
pero al decir que la película está a la altura de su pretensión, ya dejamos
caer que no decepciona, todo lo contrario, sorprende. Lo máximo que se le puede
pedir a estas cintas es que escupan a la cara crítica un desenlace original que
obligue a revisar su contenido y a valorarla positivamente en consecuencia.
Esta lo consigue.
Otro punto negativo y a mejorar
es la banda sonora, The Newton Brothers no acaba de ver las opciones de la
película y no consigue recuperar su esencia mediante unas pocas notas que se
repiten una y otra vez en cada secuencia, dando la sensación de que la mejor
banda sonora de la película son los breves momentos de silencio, aquéllos en
que no suenas las notas martilleantes y machaconas de fondo. Hacia el minuto
diez de cinta ya habrás oído toda novedad musical que puede aportarte el filme.
No llega a la altura de “The
Conjuring”, no juega con el aspecto fantástico de “Insidious”, no es tan
plomiza y repetitiva en su estructura como “Paranormal Activity” y sí que
alberga un símil muy aproximado, incluso en su desenlace a “Sinister”. Una
cinta para sobrecogerse en lo más íntimo de la psicología humana y su reacción
ante una fuerza sobrenatural que escapa a su control. Una más de tantas de este
nuevo género que se empieza a imponer en el sector. Mientras sigan haciéndolas
así o parecidas, poco habrá que chistar.
• Desarrollo argumental: 84
• Guión: 76
• Interpretación: 79
• OST: 80