Un propósito: reunir a viejas
glorias en planos cortos para que en Google imágenes quede para la posteridad
el testimonio de que alguna vez esos retales añejos del cine de acción
trabajaron juntos. “The Expendables 3”, se construye a partir de las carantoñas
y gestos musculados de un grupo de hormonas que brincan sin parar y se ríen de
todo, a pesar de que ambas acciones pueden hacerles saltar los puntos de sutura
de las múltiples operaciones de cirugía estética a las que se han sometido. Si
en la primera entrega destacaban la sorpresa de verles juntos y dar estopa como
no se veía en pantalla desde hace tiempo, es decir, sin importar otra cosa que
dar estopa; la segunda abrió un camino interesante de argumento y lo que es
más, un duelo final entre Stallone y Van Damme a la altura de los más acérrimos
al cine ochentero de acción y tiroteos. No obstante, en esta tercera entrega,
mucho más centrada en la figura de Stallone, que para eso es el jefazo, nos
encontramos con errores que tres películas darían para no cometer: un malo que no
le llega ni a los talones, un elenco múltiple que aparece poco en pantalla
debido al reparto de los minutos de forma desequilibrada, incongruencias en el
argumento y la psicología de los personajes, más allá de los esteroides y guiños
a la simpatía cómica de un Antonio Banderas que asume el rol de “graciosillo”
del grupo. Una película que quien vaya a verla sabe lo que va a ver, pero tal
vez en la comparación con sus predecesoras salga perdiendo.
La película, que arranca con la
escena de un rescate de uno de los mercenarios recluidos (como la entrega
anterior), gira entorno a la entrada en escena de Stonebanks, el otro fundador
original del grupo junto a Barney. Los caminos de ambos se separaron en el
pasado cuando Stonebanks decidió empezar a traficar con armas y venderlas a los
señores de la guerra, algo que Barney no pudo aceptar y por lo que intentó
matarle. Creyendo durante los años posteriores que había cumplido con su
objetivo, Barney descubre que sigue con vida, convirtiéndolo en el centro de su
atención y buscando nuevos medios para acabar con él.
En el primer enfrentamiento entre
Gibson (que interpreta a Stonebanks) y Stallone, se comienza a observar el
deterioro de un guión que no hay por dónde empezar a cogerlo. En principio, la
casi muerte de uno de ellos en el enfrentamiento, (no desvelaremos más) acaba
de convencer a Barney que su grupo de “viejos” no es capaz con Stonebanks, y el
argumento al que arguye la decisión de dejarles fuera es tan simple como no
soportar la muerte de ninguno de ellos. Con la integridad por bandera, decide
sustituir a los Statham y Lundgren por un grupo de jovenzuelos sin,
literalmente como dice el propio Barney, “importar el billete de vuelta”.
Una incongruencia que no casa con
un personaje que lucha por no causar más bajas entre sus filas. En cualquier
caso, es importante saber que el encanto de “The Expendables” que no es otra
cosa que el grupo de viejas glorias reunidas en pantalla disparando y
entreteniendo al personal en la butaca, se ve relegado a un grupo de jóvenes
(con Dron incluido) para modernizar las tácticas de combate. Un intento de
conseguir un Misión Imposible de donde no lo hay. Esta treta nos hace
preguntarnos: ¿Para qué sacar a Wesley Snipes de la cárcel?, ¿Por qué dejar fuera
de tanto metraje a Statham y compañía?, ¿Por qué acabar por introducir a
Antonio Banderas con un calzador o por qué supeditar toda la acción de la vieja
escuela sobre los hombros de un Harrison Ford que ya va siendo hora de que se
dedique a otra cosa en su retiro paradisíaco o un Arnold Schwarzenegger, que
aunque esta vez no hace guiños a su Terminator, sí que está más desubicado que
en las anteriores cintas? Inexplicable.
Del duelo final poco que decir.
Eso en estas películas es decir mucho de ellas. Simplemente Gibson nunca parece
estar a la altura de Stallone. Imagínense el resto. No irán por mal camino.
La Banda sonora no ha cambiado ni
un ápice con respecto a la segunda entrega, prueba de ello son las primeras
notas al iniciar el filme, lo que obliga a pensar que no ha habido evolución
que valga en este aspecto. El guión, como hemos comentado, hace aguas por todos
los lados, cuando en la peripecia vital del personaje principal se recurre a la
juventud como baza, obviando que la magia del filme estaba en su apuesta por lo
añejo. Una lástima que no hayan seguido el camino de la segunda.
En definitiva, estamos ante una
cinta de acción que promete acción y que rebosa acción pero que ha perdido toda
su imaginación al no ser consciente del espíritu que en todo momento imbuía a
este grupo de máquinas de gimnasio a lo largo de sus dos entregas anteriores.
Peor que las anteriores sin duda.
Por cierto, por el camino, no
pierdan detalle de un Kelsey Grammer que hace las veces de guía turístico para
Stallone, otro de esos momentos de la cinta que son perfectamente prescindibles
y que forma parte de los minutos que podrían haberse recortado.
• Desarrollo Argumental: 40
• Guion: 30
• Interpretación: 58
• Ost: 57
• Efectos especiales: 71