Tras una primera entrega
introductoria en la construcción del personaje y a modo de “zigzag” para evitar
los errores de la trilogía anterior de Raimi, llega esta segunda parte de un
remozado en juventud y dicharachero “The Amazing Spider-Man”. La propuesta es
convincente. Un guión que no tiene que recuperar viejas historias y que ofrece
espectáculo desde el comienzo hasta su icónico final. Un desarrollo que recae
en la misma estética que su predecesora, inundándolo todo de salpicaduras de luces
de neón, colores vivaces y una palabrería entre lo cómico y lo audaz que está
lejos de inculcar en el espectador el gusanillo del interés. No obstante, hay
dos elementos que terminan por tumbar un resultado que se preveía como
espectacular: la convicción de que a pesar de segundos intentos, se cometen los
mismos errores hace bueno el dicho del tropiezo sobre la misma piedra. De
nuevo, demasiados antagonistas en una película que no concentra tanto metraje
en cada uno de ellos y que por tanto ayuda al despiste definitivo. Por otro
lado, el género se va de las manos cuando el peso de la relación amorosa se
apodera de la cinta y desviste hasta al propio Spider-Man en su intento por
recuperar entre cabriolas la atención de los asistentes. Por lo demás, mejor que
su predecesora, todo un artificio visual y épico, sobre todo en el apartado
sonoro.
Tras los acontecimientos en la
secuela, Peter Parker compagina su vida como estudiante y novio de Gwen con la
de justiciero conocido como Spider-Man, evitando que el mal se propague por las
calles de Nueva York. Toda aparente tranquilidad se verá perturbada cuando
entren en escena dos nuevos personajes: Electro y un viejo amigo de la
infancia, Harry Osborn.
La fórmula empleada por Webb para
apostar al caballo ganador resulta placentera en su proposición pero macabra en
su resultado. Tratar de juntar en escena a Andrew Garfield, Emma Stone, Jamie
Foxx y Dane DeHaan (especialmente
sorprendente), es todo un acierto. La química entre los personajes, su
evolución, la psicología que los conmueve y los empuja a tomar ciertas
decisiones es un seguro con el que el director ha acertado de pleno. No
obstante, cuando uno cae en la recurrencia de errores pasados y retoma la
alternativa de la cantidad en detrimento de la calidad como mejora, acaba
fracasando.
Parece que Electro era un
personaje lo suficientemente poderoso para el hombre araña, sin embargo, Dane
DeHaan ocupa a última hora el puesto de una Mary Jane que se cayó sin pena ni
gloria tras pasar por los recortes de edición y postproducción, para hacer ver
al público que convertirse en Duende Verde es tan fácil como parece en la
cinta. No tiene sentido, menos cuando se pretende filmar una película sobre
“Los Seis Siniestros” explicando su origen y el por qué se convirtieron en lo
que son. (Ni hablar de Rhino, que aparece más en los tráilers que en la película). Rompe moldes y se separa de su trilogía predecesora, de acuerdo. No
obstante, el precio que paga por el camino en ciertos momentos es el de la
indiferencia. Tan sólo esos arrebatos de blockbuster viendo a Spider-Man
sacudir a sus enemigos entre telarañas parecen despertar de la butaca, a
sabiendas de que aún queda cinta por delante, pase lo que pase aún queda cinta.
Al fin y al cabo, 142 minutos de película hacen que en algún momento te
plantees dos preguntas "¿queda mucho para acabar? ¿De verdad era necesario tanto
metraje?"
Es cierto que el final está a la
altura de la entrada. No revelaremos nada al respecto aunque podemos adelantar
que la escena fue uno de los momentos de mayor controversia y rechazo por los
fans del mundo de la historieta gráfica cuando salió publicado. La propia Emma
Stone dejó claro en una entrevista que el verdadero seguidor del cómic, antes
de esa escena final al ver su vestuario, ya sabrá lo que va a pasar. Más pistas
no podemos dar.
Dane DeHaan destaca en un elenco
que se mueve con comodidad cuando comparten plano en la secuencia. La
correspondencia interpretativa se conforma aquí como un arma arrojadiza que el
espectador sí está dispuesto a digerir.
Sin embargo, existen dos
apartados complementario que destrozan la cinta desde dentro. Por un lado, un
intento de la banda sonora de acudir a la vertiente más épica de “The Avengers”
o “Captain America” en su notas, algo que no casa con un héroe que al ponerse
la máscara no deja de hacer unos chascarrillos que el público espera, dado que
es Spider-Man, de ningún otro modo lo sería. Lo es en el cómic, ha de serlo en
la gran pantalla. Otro factor a pulir en un futuro será la presencia de
dramedia en el conjunto. Probablemente Webb haya querido allanar el terreno
durante el metraje hasta un cénit sorpresivo de ese drama en el final. Sin
embargo, con el personaje de Mary Jane en el horizonte existen severas opciones
de que vuelva a intentarlo.
En conclusión, “The Amazing
Spider-Man 2” es una película mucho mejor que su antecesora por cuanto ya no
tiene la necesidad de contar cosas que se han contado muchas veces con
anterioridad, una cinta que en su intento de evitar errores del pasado acaba
recurriendo a ellos en forma de abundancia y cantidad por encima de una
calidad, que como siempre protagonizan de forma sublime y acaparadora, unos
efectos especiales y sonoros más que a la altura. Entretenida y atrapante en su
estética pero aún estamos a la espera de la mejor cinta de Spider-Man, y ya van
unas cuantas…
• Desarrollo Argumental: 80
• Guion: 75
• Interpretación: 84
• Ost: 78
• Efectos especiales: 100