Con un tema controvertido, siempre
abierto a diferentes interpretaciones y muchas veces maltratado por la
industria cinematográfica se presenta “Hereafter”, un intento sagaz de Clint
Eastwood de emplear un suceso real, como fue el Tsunami de 2004 en el sudeste
asiático, para entretejer la ficción en torno a una serie de escenas narrativas
con altibajos e historias intermitentes en su interés, todo ello para desbocar
en un final edulcorado al más puro estilo Hollywood. Un filme a la altura de su
director, a sabiendas de la dificultad de defender un guion tan complejo y a la
vez, con tanta dignidad.
“Hereafter” es una nueva carta de
presentación tras la cámara del afamado como actor y director Clint Eastwood.
Tras grandes filmaciones como “Million Dollar Baby” o “Los puentes de Madison”,
“Cartas desde Iwo Jima”, la gran “Mystic River” o “Gran Torino”, donde filmaba
la muerte de su propio alter ego cinematográfico para centrarse definitivamente
en su prolífica carrera como director, en esta cinta, la pregunta que se lanza
al espectador es clara y a la vez confusa, por cuanto se desconoce del tema: ¿hay
vida más allá de la muerte?
La película trata de imbuir al
público en una pompa de credibilidades sustentadas en una serie de experiencias
cercanas a la muerte de sus protagonistas. La primera historia es la de Lonegan
(Matt Damon), un norteamericano que es capaz de hacer “lecturas” con gente que
acaba de fallecer. Su vida parece insulsa a los ojos del espectador pero
enseguida nos damos cuenta de la gran carga dramática que Lonegan lleva consigo.
Un personaje que se lucraba de su don hasta que empezó a identificar tal don
como un castigo, lo que le obligó a dejar su empleo, apartarse de la gente,
vivir en soledad y atormentado e incluso alejarse de su hermano, quien pretende orientar su
don hacia la senda del dinero.
La segunda historia, la más
impactante, la protagonizan dos jóvenes gemelos de Londres. Hijos de una madre
drogadicta, su trama resulta espeluznante e impactante ante los ojos de un
espectador que parece despertar ante la película justo cuando se comienza a
revelar su trama. Amor, conflicto, pérdida, tristeza. Lo cierto es que deja con
ganas de saber más y a cambio, perdonar las otras dos historias complementarias
del filme. Sin duda la parte más brillante. El niño, que pierde a su hermano en
un accidente de tráfico nefasto, no cejará en su empeño de encontrar a alguien
que le ayude a hablar por última vez con él. He aquí la conexión con Lonegan.
La última historia aporta el
toque de realidad a la cinta. Cécile es una periodista francesa que pasa las
navidades de 2004 en el sudeste asiático. El Tsunami que en ese momento se
produce (escena espectacular que da arranque al filme. De lo mejor) está a
punto de causar su muerte pero justo cuando parece que va a morir vuelve a la
vida. Es lo que ha visto a medio camino lo que la convence de que hay algo más
allá, la obligará a contactar con el mundo científico para interesarse e
incluso se convence a escribir un libro con su revelación. El nexo de unión con
las otras tramas lo encontramos justificado en el amor con el personaje de
Lonegan, suceso que no ocurre hasta el final de la película y que da el toque
edulcorado prescindible y previsible a la historia de ambos. Digno final hollywoodiense.
La película salva con dignidad
cada uno de los temas que mayor controversia pudieran generar. Los gemelos y su
historia, aportan un toque de conmoción al relato que lo hace sin duda más
interesante. Damon no está estelar pero su interpretación es realmente buena. En
conclusión, un filme que entretiene a pesar de que se escape algún bostezo debido
a su intermitencia en la narración pero que hace que uno salga del cine
preguntándose lo mismo que la película: ¿qué hay después de la muerte? Cuando
menos cinco minutos de dudas.
Tal vez, el principal fallo de la
cinta se encuentre en su inevitable tendencia a enfrentar ciencia y religión.
Una confrontación que hace que la película resulte demasiado común en comparación
a otras similares en argumento.