3/16/2014

Las relaciones del mañana con el corazón del ahora

Spike Jonze ha sido capaz de filmar su obra maestra. Al menos hasta que la supere. “Her” es una reflexión múltiple sobre la condición humana, las relaciones del mañana y la imparable evolución tecnológica y su sed de alcanzar con mayores bocanadas un mayor realismo, día tras día. Una cinta reveladora directa a la conmoción que no alardea de su propuesta innovadora para recaer en la normalidad de lo cotidiano y sorprender con la posibilidad de imaginar una relación entre un ser humano y una Inteligencia Artificial, en un futuro donde los humanos adquieren un comportamiento cuasi pautado y suscrito a la soledad, mientras que la máquina flirtea con las emociones humanas. Un humano más cibernético que persona y una máquina más humana que cibernética.

De todos es sabida la revolucionaria era tecnológica que el ser humano vive en la actualidad. El acumulo de dispositivos pensados para hacer la vida más fácil y las ansias de las empresas tecnológicas de seguir avanzando para conseguir un realismo mayor, una interactuación que conste de, en algunos casos, emociones humanas periódicas e interminables, son una constante actual. Del mismo modo, las relaciones humanas de hace décadas no tienen nada que ver con las de ahora. De algún modo previsible, los dispositivos se han apoderado de uno de los elementos más importantes de la vida: el tiempo. La cantidad de tiempo que pasa un individuo sumergido en la vorágine tecnológica que acarrea cualquier mecanismo de esta naturaleza ha significado una gran mella a la hora de interactuar con el resto de seres humanos.

Spike Jonze propone un futuro indeterminado (no muy lejano del actual y a la vez, no muy alejado de hacia dónde se va) en el que los individuos, si bien en su día se preocupaban por relacionarse con los demás, hace tiempo que lo olvidaron y no les interesa. La norma es la soledad tecnológica en que cada persona se abstrae para lucro, información o entretenimiento propio, sea con el propósito que sea. Al mismo tiempo la tecnología prosigue con su avance imparable, y así surge un nuevo sistema operativo; el SO1, que el protagonista de la cinta adquiere con objeto de poder relacionarse con alguien. Hallar una respuesta a su capacidad de interrelación. 

Las connotaciones del guion (también escrito por Jonze y de forma muy fluida y para nada farragosa) construyen un personaje que ha salido de una relación fracasada tras haber depositado todas las esperanzas en ella, lo que le aboca a un incremento de su soledad y le hace más frágil al encuentro de nuevas interactuaciones. Real como la vida misma. De nuevo el juego entre lo novedoso de la propuesta y lo cotidiano de la realidad actual.

Desde el marco interpretativo, Joaquin Phoenix demuestra que más allá de un simple rol en un cinta, es necesario dotar de una identidad al personaje. La credibilidad va en ello. Las miradas, los gestos, incluso su lenguaje dubitativo, le convierten en el mejor actor posible para este personaje de nombre Theodore, un escritor de cartas para terceras personas, que aprovecha sus experiencias vitales y sentimientos a flor de piel para dejarse llevar en sus escritos. En el rol de la Inteligencia Artificial del SO1, llamada Samantha, encontramos la voz de la actriz Scarlett Johansson. Sin duda, puede resultar un comentario demasiado crítico pero, Johansson ha firmado probablemente la mejor interpretación de su carrera sin salir en pantalla en ninguna ocasión. La capacidad de dotar al lenguaje de una emotividad y una completa dulzura propias hace que en muchas ocasiones tengamos, junto con el protagonista, la misma sensación de sorpresa ante el enamoramiento que está por producirse entre ambos. 

Otra actuación destacada es la de Amy Adams, en un personaje con ausencia completa de maquillaje (lo que destaca si atendemos a su personaje en “American Hustle”, remozado en capas de pintura) hace una defensa interpretativa digna de un papel que gana en presencia en la cinta a medida que se desarrolla. Lo contrario que Olivia Wilde. Lo suyo no llega ni a cameo.



En la actualidad en que se desarrollan los acontecimientos destaca la capacidad de mantener la forma de expresarse y relacionarse tal y como hoy lo hacemos. Un nuevo guiño al traslado de las relaciones actuales al mañana que se dibuja en la cinta.

Es inconfundible que el final (que no revelaremos) es hasta cierto punto previsible, pues en ese afán del filme de trasladar al público de hoy a un mañana del todo tangible y próximo, no tan apartado de la actualidad, también se han de recoger las expectativas de la tecnología de seguir avanzando, creciendo, innovando y dejando atrás lo que en su día fue novedad. El carácter finito de lo que nace, en principio, para ser infinito. No diremos más. Al final se entenderá.  

“Her” es una historia de amor contada hacia el mañana pero con el entendimiento y las vivencias del ahora.  Un relato, que si bien requiere de adaptación para dejarse llevar por la inestimable imaginación de Jonze, está plagado de un carácter conmovedor, que tan pronto saca la más sincera sonrisa como recoge al espectador en la lágrima más amarga. Al fin y al cabo esto es amor. Real como la vida misma.

• Desarrollo argumental: 85
• Guión: 99
• Interpretación: 99
• OST: 90