Con la naturaleza propia del
blockbuster y una mirada cuidadosa al argumento heroico tan manido y ya
saturado en las salas de cine, nace “Captain America: The First Avenger”. La
promesa de los aditivos habituales y las rutinas comunes se difuminan tras los
primeros treinta minutos, que por sí solos bastan para caer rápidamente en la
cuenta de que entre todos los filmes de la serie Avengers de Marvel ninguno
aporta a la vez tanto dinamismo, frescura en la narración y un camino visual de
construcción del héroe relatado a la perfección. Sin prisas, pero sin pausas.
Por momentos el filme se corrompe y se pierde en la banalidad, lógica en este
tipo de cintas, pero sabe mantener el tipo y aguanta firme ante sus pocos
devaneos.
En lo que se considera la primera
fase de The Avengers de Marvel en su adaptación cinematográfica, Captain
America llega un tanto más tarde que el resto de sus compañeros de reparto.
Iron Man, trajo consigo el inicio de la aventura a las salas allá por 2008 (para
aparentemente no abandonarnos nunca), Thor consagró los efectos especiales y el
universo mágico puesto al servicio de la figura de un Dios, mientras que los
intentos por llevar al cine al gigante verde Hulk, fueron del todo
intrascendentes en taquilla y solo pequeños retales pueden destacar alguna
secuencia de las cintas de Ang Lee o de Louis Leterrier.
Los primeros instantes en todas
aquéllas cintas predecesoras aportan lo normal en la estructura de las
películas de héroes que dan el salto del cómic a la gran pantalla. Iron Man
precisa del ritmo y de la personalidad de Robert Downey Jr. para justificar ante
el espectador la construcción de una primera armadura prototipo; Thor confía en
la recreación de todo un mundo, el de Asgard, extremadamente iluminado, para
resaltar la belleza de ser al mismo tiempo un Dios y el heredero al trono de un
reino. De Hulk mejor ni hablar. En lo referente a Captain America, la primera
parte de metraje resulta la mejor de todas, sin punto de comparación. La más
humana, cercana y por ello mejor primera parte de todas.
La acción nos ubica en la época
de la segunda guerra mundial, un intento de empezar por contar una historia
real e introducir dentro de ella el atractivo de un héroe y no al revés. El
encargado de encarnar al afamado capitán es Chris Evans, un intérprete que no pasará
a la historia cinematográfica por sus actuaciones, algo que el filme conoce
sobremanera y por ello no se recrea en su imagen y sí en el relato y los
escenarios. La primera hora de metraje descansa su esplendor en la edificación de
Steve Rogers, un hombre que a pesar de su predilección por ayudar al país durante
la guerra, no es admitido a filas por su complexión famélica. La narración se
construye poco a poco a base de golpes de ingenio y aunque por momentos parece
que el espectador estuviera viendo una película de serie B, el entretenimiento
no desaparece y la diversión continúa. Las palomitas quedan de lado y la
pantalla centra la atención del espectador.
El resto del reparto aprueba
sobre la marcha. Hugo Weaving vuelve a repetir en el papel de antagonista, en este caso el de Red Skull, que
le va que ni pintado, aunque un tanto pasado de rosca en este caso. Completan
el elenco la chica, Peggy Carter, personificada en Hayley Atwell, y el general
al que da vida un Tommy Lee Jones que aporta la dosis de humor por unos
momentos necesaria y en otros tantos, del todo prescindible. Nada destacable.
El director del filme, Joe
Johnston, vuelve a demostrar su capacidad para contar. Una historia manida y tradicional
en su género a la que aporta el componente de comprensión y divertimento sin
olvidar la emotividad, parámetros que el espectador habrá podido ver con
anterioridad en los filmes “Hidalgo”, “The Wolfman” o, la siempre magnífica,
“Jumanji”, cintas que evocan una temática sin brillo pero que al frotarlas por
fuera parecieran albergar siempre algo sorprendente en su interior. Un director
con mucho oficio.
Otro aspecto importante de la cinta
es su fotografía, muy cuidada y una Banda Sonora con tintes épicos a cargo de
Alan Silvestri, y que se convierte en la perfecta compañera de camino entre
notas emotivas y edulcoradas que saben ofrecer el matiz adecuado en cada
escena. No es de extrañar que Silvestri repitiera en The Avengers.
Para los cinéfilos amantes de la
acción y la diversión que no pueden sino dejar de ver una cinta de absoluto
entretenimiento, “Captain America: The First Avenger” es una apuesta del todo
segura. Un filme realista, constructor de relato, con un héroe dentro de la
historia como resultado del resto, no a la inversa y que traslada al espectador
secuencias aceleradoras como la del tren, que permanecerán con facilidad en la
retina y una atmósfera de fama del personaje extraída con esmero de su
naturaleza gráfica original.