2/17/2014

El espíritu de las palabras

Una travesía de emociones cargada de sentimentalismo. Una amalgama de proposiciones y promesas que no se ejecutan en forma de logros pero que suplen sus carencias con la cadencia interpretativa de un reparto ejemplar y los golpes de una banda sonora que extrae al espectador de la reiterada estructura de un guion por momentos plúmbeo. “The Book Thief” es una cinta pretenciosa que busca con intermitencias la lágrima fácil, se rodea para ello de la antítesis que provoca el escenario de la II Guerra Mundial y una familia acogedora y cercana de clase baja como ingredientes para conformar un relato que no destaca por su originalidad pero sí por su calidad.

La atmósfera efectista que recrea Brian Percival en esta obra resulta del todo convincente cuando el espectador comprende la gravedad de lo que se relata. La II Guerra Mundial ha sido objeto de innumerables ejemplos cinematográficos, tal vez con el único compromiso en muchos de ellos de recordar el camino por el que el ser humano nunca debió avanzar, en otras tantas ocasiones, la narración juega un papel fundamentalista, documental o incluso hasta de acción, demostrativa de los enfrentamientos bélicos durante aquél conflicto mundial. 

Un pequeño surtido pero agradable de filmes abarcan la “guerra detrás de la guerra” o lo que es lo mismo, la lucha por la supervivencia de un pueblo atemorizado por el devenir del conflicto armado. Una sociedad que padecía intranquila las detenciones forzadas, la llamada a filas o los innumerables registros a sótanos y viviendas, indicios de inseguridad en los que la vida pendía de un hilo. En el caso que nos ocupa, “The Book Thief” es una historia agradable en su narración que, (aunque con algún que otro giro argumental incomprensible de un guion, a cargo de Michael Petroni, por el que se pierde la esperanza hacia la mitad de metraje) sorprende por no recrearse en la lágrima que pretende provocar y trasladar así al espectador a un camino de inocencia y virtud para conocer a la joven Liesel.

Sophie Nélisse interpreta a la perfección a la niña que da vida a la protagonista del filme. Comienza su historia cuando presencia la muerte de su hermano pequeño y poco después la separen de su madre, acusada de comunista por el nazismo. Aunque ella no entiende el por qué, pronto entenderá que hay cosas que escapan a la sinrazón de la inocencia divina propia de la infancia y admitirá que su madre no volverá. En el camino, una familia decide acogerla en su casa en la Alemania de la II Guerra Mundial. En ella conocerá a sus nuevos padres, fantásticamente interpretados por el siempre detallista y creíble Geoffrey Rush y la brillante y vivaz Emily Watson. Con ellos comprenderá el valor de la familia y el cariño que su madre no pudo brindarle. Será el momento en que le asalte el amor por la lectura que le inculcará su nuevo padre, aunque el nombre que da título al filme será mejor que lo comprendan viendo el devenir de las escenas. Incluso la amistad llamará a su puerta por medio del joven al que interpreta Nico Liersch, un muchacho tenaz que al pronto de conocer a Liesel se enamora de ella. 

La comprensión del escenario injusto del nazismo se traslada a la mente de la niña a través de la historia de Max (del que no contaremos nada a fin de no desvelar spoilers), quien en una noche es albergado por la familia y que juega un papel esencial para el crecimiento y la madurez de la protagonista, que dejará de hacerse preguntas sin respuesta para empezar a dar forma y figura a sus propias ideas.



La historia que se cuenta al espectador es la de toda una vida pero en especial la de una etapa dentro de esa vida, la infancia y la lucha que esta decide emprender contra el despropósito de las injusticias que afronta su joven conocimiento de la realidad. Cabe destacar que la voz cantante de la película recae en un recurso en off que no desvelaremos a quién corresponde,  sí adelantaremos que aunque acertado en un comienzo, se torna en cargante y aporta el principal signo de pretenciosidad a la cinta. Por su parte, John Williams vuelve a componer unas notas maestras que acompañan la narración sin sobresaltos. Un trabajo esforzado y minucioso el suyo, eso se acaba notando. Son los matices necesarios para llevar al público de la mano en secuencias trabajadas y durante un tiempo, imborrables, como la del búnker con un acordeón como protagonista.

Un trabajo con respeto, que aunque con lagunas, consigue el propósito final y único de contar una historia de vida, la de Liesel, una mente inocente en un mundo difícil de comprender y todos aquéllos que la acompañaron en su infancia. Un producto de siempre con aportes diferentes que no se recrea en lo que busca y que por momentos el guion ayuda a que no se traduzca en la calidad que aparentemente lleva consigo. 

• Desarrollo Argumental: 80
• Guion: 63
• Interpretación: 89
• Ost: 98